En Paraguay, hablar de hogares para ancianos sigue siendo un tema cargado de prejuicios y malentendidos. Muchas familias enfrentan el dilema de buscar el mejor cuidado para sus seres queridos de edad avanzada, solo para encontrarse con un juicio social que los etiqueta como desagradecidos o incluso desalmados. Sin embargo, esta visión está lejos de la compleja realidad que viven miles de paraguayos, donde los hogares de ancianos pueden ser la única solución viable ante la falta de recursos y apoyo gubernamental.
El Tabú de Llevar a un Familiar a un Hogar
El rechazo hacia los hogares para ancianos en Paraguay proviene en gran parte de tradiciones arraigadas y un desconocimiento generalizado sobre cómo funcionan estas instituciones. Se considera que abandonar a un familiar en un hogar es un acto de desamor y deslealtad, ignorando que, en muchos casos, es una decisión motivada por el bienestar del adulto mayor y la falta de alternativas reales.
Un ejemplo de este estigma se refleja en la reacción a una pregunta hecha en redes sociales, donde un usuario buscaba recomendaciones de hogares accesibles para su padre. La respuesta que recibió fue una condena moral: “¿Cómo puedes querer llevar a tu padre a un hogar de ancianos después de todo lo que hizo por ti?” Este tipo de comentarios, aunque bien intencionados, revelan una visión simplista de una situación que es mucho más compleja.
La Realidad de Muchas Familias
El usuario que hizo la consulta explicó con detalle su situación: su padre tiene graves problemas de salud y requiere cuidados especializados que él, como persona de recursos limitados y con una familia que mantener, no puede ofrecer. Esta es una realidad compartida por miles de paraguayos que pertenecen a una clase vulnerable, olvidada por el gobierno, que no cuenta con los recursos necesarios para brindar un cuidado digno en el hogar.
Actualmente, la política de los hogares públicos en Paraguay excluye a los adultos mayores que cuentan con familiares, bajo la presunción de que estos tienen la capacidad económica para hacerse cargo de ellos. Esta normativa ignora las dificultades que enfrentan muchas familias, que deben sostenerse con ingresos mínimos y sin acceso a una infraestructura adecuada para atender las necesidades especiales de sus mayores.
Los Hogares como Solución y no como Abandono
Contrario a lo que muchos creen, llevar a un ser querido a un hogar de ancianos no es un acto de abandono, sino de responsabilidad. Los hogares especializados cuentan con personal capacitado y recursos que permiten ofrecer una mejor calidad de vida a los adultos mayores. Para familias que no pueden costear cuidadores particulares ni adaptar sus viviendas para atender las necesidades de sus mayores, estas instituciones son una opción viable y necesaria.
Sin embargo, los hogares de ancianos en Paraguay enfrentan sus propios desafíos: costos elevados, falta de subsidios estatales y una creciente demanda que supera la oferta disponible. A esto se suma el estigma social que desalienta a muchas familias de considerar esta alternativa, perpetuando una situación insostenible para quienes cuidan de sus mayores sin recursos ni apoyo.
La Urgencia de un Cambio en la Política Gubernamental

La política actual que excluye a los adultos mayores con familiares debe ser reevaluada. El gobierno necesita implementar medidas que apoyen a las familias vulnerables, como subsidios para el cuidado de ancianos y una ampliación de los hogares públicos con criterios más inclusivos. También es fundamental una campaña de concienciación que elimine el estigma asociado a estas instituciones y promueva una visión más realista y compasiva sobre el cuidado de los mayores.
Según la Consultora CCR, el 66% de la población paraguaya pertenece a las clases baja. La clase media representa el 29% de la población y cuenta con un ingreso familiar de 7 millones de Gs. Eso significa que, probablemente, menos del 10% de la población paraguaya puede acceder a un Hogar para Ancianos privado.
Conclusión
Romper el tabú sobre los hogares para ancianos en Paraguay es una tarea urgente. Debemos reconocer que estas instituciones cumplen una función esencial en una sociedad donde el cuidado de los mayores no siempre puede ser asumido por las familias. El gobierno, la sociedad y las comunidades deben trabajar juntos para garantizar que todos los adultos mayores reciban el cuidado digno que merecen, ya sea en el hogar familiar o en una institución especializada, sin que esto implique un juicio moral hacia quienes buscan lo mejor para sus seres queridos.
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